Había una vez
...muchas maneras de echar tu cuento
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La geometría de un relato

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Comparto mis anécdotas del proceso de escritura del cuento El círculo.

Siempre trato de comenzar los relatos lo más cerca del final. En El círculo quería acortar la narración de una semana de crímenes porque el cuento iba a ser leído en internet y no en papel. Pero también por el ritmo, para dar sentido de que se trataba de una carrera contra el tiempo. Creo que ayudó el reto en BP de entregar un cuento al mes, donde sumado a mi trabajo diario, solo tuve tiempo para ir al grano.

La idea del círculo de crímenes se me ocurrió hace unos cinco años en un ejercicio durante un diplomado de escritura en Panamá. En aquel entonces, la historia desembocaba en el colorido Biomuseo diseñado por Frank Gehry. Para llevarla adelante, tenía que encontrar puntos reales en la ciudad que funcionaran, no solo con las 7 Bellas Artes, sino que pudiese asignarle a cada uno un color y que aquello tuviese más o menos sentido.

Como a todos nos pasa, la traspapelé por falta de tiempo, hasta que surgió el tema de Colores para la antología de BP y supe que había llegado el momento de revivirla. Como ahora vivo en Madrid, el final me vino de manera espontánea: El Círculo de Bellas Artes suplantaría al Biomuseo, y situaría el desenlace en la Noche en Blanco, un evento que solía llevarse a cabo en distintas ciudades y que sacaba el arte a las calles.

Rebusqué entre mis propios recuerdos y ambienté el relato en la Noche en Blanco 2010, a la que fui. Ese año, el evento se celebró durante la noche del sábado 11 de septiembre, así que calzaba como marco histórico real para la “semana de crímenes” que sucedía en la ficción.

No conté cuántas horas pasé en Google Maps y solo espero que mis búsquedas no hayan levantado banderas rojas en la Policía. Tras admitir que no iba a ser posible marcar un círculo perfecto, encontré un perímetro de puntos que servía tanto para cada color, como para su Arte respectivo.

Hasta este momento tenía una idea, pero no tenía historia. Necesitaba crear personajes que habitaran este mundo. Sí supe que al antagonista lo mantendría escondido, como al tiburón de Spielberg o al asesino en serie de Se7en (que obviamente fue una gran referencia), pero me trabé.

Entonces la banda me ayudó. Caque y Raúl me dieron la mejor sugerencia: el foco no era el círculo de crímenes, por más orgulloso que estuviese de mi premisa. Pensé en qué es lo que nos hace querer ver de nuevo una película policíaca si ya conocemos el resultado del misterio. Y es el drama. Es revivir la reacción de los personajes ante las sorpresas.

En principio, pensé en contar un tour entre un policía novato y uno a punto de retirarse. El género noir se prestaba para añadir todos los ingredientes clásicos. Con esta idea de dos detectives podía redactar soltar párrafos explicativos de los sucesos, a la vez que generar fricción entre dos mundos: joven y viejo. Pero todo lo que escribía se desbordaba hacia lugares comunes.

Entonces vi el vídeo ensayo Logan y el neo wéstern, que afirma que el género se ambienta en un mundo sin ley para hablar de temas como la mortalidad, el desplazamiento de valores y la reconciliación con nuestra propia irrelevancia. Mis dos policías representaban la vieja escuela y el nuevo orden. Y para Azcona, el viejo, el mundo había avanzado y él se había quedado atrás.

Ya tenía un “punto A” para la historia. De ahí a inventar que los detectives eran padre e hijo fue dar un simple paso.

Si vas a escribir ficción, asegúrate de tener un ancla en el terreno emocional y cotidiano, que cualquier persona pueda sentirla, porque no todos somos policías, pero todos somos hijos, por ejemplo.

En su sentido más básico, entendemos que las historias son una línea entre A a B, pero a medida que entran y salen personajes, aparecen nuevas aristas y con ello nuevas figuras. Un cuento demasiado lineal es aburrido. En este caso, además, tenía otra figura presente: el círculo. En el título, en el perímetro geográfico en el que se ambienta la historia. Literalmente en el Círculo de Bellas Artes. No podía dejar este elemento al azar. Internamente, la historia requería construir una vuelta redonda y cerrar el círculo: regresar al punto de origen.

Cuando hablamos de círculos que se cierran pensamos en procesos de cierre. Así conseguí mi final y, de paso, equilibré toda la sangre con una redención. Y retomo lo que mencioné unas líneas más arriba: volvemos a ver y disfrutar historias policíacas, no por la resolución del crimen (que ya sabemos), sino por el drama que viven sus personajes. Azcona y Jaime, su hijo, tenían heridas familiares que no habían cerrado. El círculo relataría cómo las curaron.

El último recurso del que me apoyé fue el círculo narrativo de Dan Harmon, que utilicé de plantilla para colocar las ideas que se me estaban ocurriendo. Dan Harmon propone una versión de El viaje del héroe de Joseph Campbell en 8 pasos y se puede seguir al pie de la letra o como inspiración para no forzar la trama, que en mi caso fue lo que hice y dejé que los personajes guiaran el final.

Por eso, El círculo termina de forma abrupta. No vemos la captura ni arresto del responsable de los crímenes, porque ese no es el verdadero final. A mi entender, es el momento de reflexión interna cuando Azcona hace las paces consigo mismo tras enterrar el hacha con su hijo y con su ex.

Además, me pareció divertido que la persona que leyera El círculo tuviese que hacer su propia labor de detective. Atarlo todo insultaría su inteligencia, además que restaría suspenso y diversión a la lectura.

Ese fue mi último ingrediente. Con eso, el cuento se escribió solo.

1 Comment

  1. Y quedó excelente!
    Que buen cuento y que gran manera de explicar tu proceso, Carlos.
    Gracias por compartirlo.
    Y que bueno que el círculo de Harmon te echó una mano.
    C.

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