Ante una inevitable pérdida, Ela pide un deseo.
—¿Y qué pasó después, mamá?
—Vivieron felices para siempre.
—¿Para siempre? ¿Es posible?
—Sí, en los cuentos de hadas, como en La princesa y la estrella, los finales son así.
—Me gustaría vivir en un cuento y ser feliz para siempre contigo.
—¿En serio?
—Sí, porque en la vida real tu final no es de cuento de hadas. Aquí tu corazón es débil y pronto vas a partir. No puedo ser feliz sin ti.
—Cuando alguien parte es normal sentir que nos falta algo, pero siempre podrás ver a esa persona en tus recuerdos.
—No es suficiente.
—Ela…
—Los personajes de La princesa y la estrella no tienen que pasar por esto.
—No los de este cuento, pero hay otros. ¿Recuerdas a Cenicienta? Su madre murió y su padre tuvo que casarse de nuevo. O en La princesa y el sapo, que Tiana pierde a su padre.
—No, yo quiero que vivamos adentro de este cuento con la estrellita…
—No llores, Ela. Ven, acércate a la ventana. Vamos a esperar una estrella de los deseos, ¿quieres pedir que seamos parte de un cuento de hadas?
—¡Sí!
—Mira, ahí va una, cierra los ojos.
—Por favor, por favor…
***
Ela pidió el deseo mientras su mamá la abrazaba con fuerza. La estrella la escuchó a lo lejos y sin pensarlo dos veces le concedió su deseo.