Había una vez
...muchas maneras de echar tu cuento
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Un nuevo hogar

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Después de perderlo todo, un planeta busca un nuevo hogar y mitigar su soledad.

Salir del sistema solar implicó mostrar mi pase de residencia y otros documentos. Me preguntaron la razón por la cual me marchaba. Nunca me han gustado las preguntas que implican simplificarlo todo en una sola respuesta. No fue solo una cosa que pasó, fueron milenios de cosas que pasaron. El planeta detrás de mí gruñó impaciente. Me apresuré a dar una respuesta, esperando que no me preguntaran más. Los agentes, dos asteroides que hablaban entre ellos como si nadie más los escuchara, debatían si me dejaban pasar o no. Uno de ellos señaló mi interior e hizo un chiste sobre los seres que alguna vez me habitaron, pero que ahora no existían. Si me negaban el paso, no tendría más que morir con el resto de lo que fue mi hogar y matar la poca vida que quedaba dentro de mí. Los oficiales se miraron, o al menos me pareció que lo hicieron. Me regresaron mis papeles y me dejaron pasar. En el siguiente módulo, un grupo de estrellas estaban siendo asignadas a planetas en proceso de migración. Una pequeña estrella, que parecía un sol de juguete, comenzó a seguirme. Me daba vueltas como si fuera una luna. En ningún momento me dirigió la palabra. Si me equivocaba de camino, se detenía y brillaba más fuerte en tonos amarillos. Al llegar al nuevo sistema solar, lo primero que noté fueron los dos grandes soles al centro y catorce planetas que se movían en forma de “8”. Algunos viajaban en dirección contraria a otros. En momentos daba la impresión que iban a chocar, pero ninguno se detenía. Era un baile en el cual confiaban el uno del otro. Mi estrella apagó su luz y se marchó por el mismo camino que nos trajo. Con cuidado comencé a pasar entre los planetas. Algunos me saludaron, otros dormían y los demás parecían estar muy concentrados. Un planeta más pequeño que yo tenía alrededor de cincuenta lunas. Admiré cada una, extrañando la que había perdido. El planeta se percató de mi nostalgia, llamó a tres de sus lunas, les dio las gracias y les dijo que ahora serían parte de mi recorrido por los soles. Las lunas me abrazaron y no me quedó más que abrazarlas de regreso. Le sonreí al planeta, extrañando a la familia que perdí. Me coloqué en mi nuevo eje y miré a mi alrededor, por primera vez en muchos años luz no estaba solo.

2 Comments

  1. Un cuento muy bonito que nos enseña a dejar el pasado atrás y adaptarnos al nuevo presente, agradecidos con quien desinteresadamente nos brinda ayuda y nos da la oportunidad de no sentirnos solos, enfrentando con alegría el futuro6!

  2. Soltar y dejar ir. Una constante en nuestra vida, siempre esperando que la decisión tomada haya sido la correcta.
    Amo tus cuentos AC

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