A un policía le roban el auto con un muerto en el maletero y eso es lo más mundano de todo lo que sucede a continuación.
(Narrador: Todo pasa casi a la vez. Una vecina encinta y su marido escondido en el jardín del vecino. Un policía y su esposa obstetra. En el maletero del coche del policía: un chófer, balaceado. En la calle de enfrente, haciéndole la suplencia, otro chófer novato toca el timbre de la casa de la embarazada justo cuando ella rompe fuentes. En el hospital, un detective a punto de jubilarse y un bebé negro.
Los hechos se reconstruyen a partir de los testimonios de los involucrados).
***
5:00 a. m. Jacinto (chófer, sentado tras el volante del Maserati color salmón de su jefe, Justo. Pronto será balaceado. Jacinto, no Justo):
—Vamos, patroncito. Hable con Juana, la vecina. Pídale prestada su casa. Lo de nosotros será un entrar y salir.
5:01 a. m. Justo (marido de Joaquina, todavía no hemos dicho quién es ella. Él es rosado de la cabeza a los pies, tono que incluye las nalgas pálidas que le mostrará al vecindario en un rato):
—OK, Jacintito.
5:10 a. m. Juana (médico obstetra, habla con su vecino, Justo):
—No entiendo por qué tienen que estar escondiéndose… en fin, vivir y dejar vivir. Jacinto, dame las llaves del auto de Justo, que me lo llevo. Tienen la casa para ustedes. Jack regresa en dos horas. Váyanse antes de que llegue.
(Narrador: Como hasta a mí me pareció confuso todo eso, lo explico tras leerlo dos veces. A las cinco y diez minutos, Justo convence a Juana para que les preste la casa y ella les alcahuetea el affair hasta cambiando de autos con ellos. Ella, la médico obstetra, se lleva el Maserati salmón).
6:00 a. m. Jack (policía, casado con Juana, la médico obstetra):
—Terminé la guardia una hora antes. A casa. Sí que comienza bien el día.
6:10 a. m. Justo (marido de Joaquina, falta poco para que la mencionemos. Él es rosado, pero ahora está colorado y sudado):
—Venga, Jacinto, uno más. ¿Sabes cuándo volveremos a tener una oportunidad así?
(Narrador: ¿se lo dicen ustedes o se lo digo yo?).
6:17 a. m. Joaquina (ahora sí. Vecina de Jack y Juana, embarazada y rubia, tirando a albina. La palidez es lo único que tiene en común con su marido):
—Despierto rompiendo fuentes y Justo no atiende el teléfono. Para colmo, Jacinto no vino hoy a trabajar. Arranca bien el día…
6:20 a. m. Jacobo (chófer novato, está solo, pero igual habla en voz alta):
—La agencia de chóferes me acaba de llamar para suplir una vacante aquí cerca. ¡Me voy ya para allá! Hoy será un gran día.
(Narrador: a esa hora, Jack llega a su casa y ver estacionado afuera el carro de Juana, la médico –repitan conmigo– obstetra. Muy bien).
6:21 a. m. Jack (policía. Negro como su alma, por cierto):
—¡Juana!, Juana, ¿dónde estás?, ¿por qué la casa huele a tío? Que salga y dé la cara como un hombre…
6:22 a. m. Jacinto (chófer, ahora sí ya a puntito de ser balaceado):
—Señor, espere que se lo expliq…
Disparo 1.
Disparo 2.
(Narrador: ¿adivinan ustedes a dónde van a parar las balas?).
6:23 a. m. Justo (marido de Joaquina, en bolas, como Jacinto, el de las balas. No lo dice en voz alta, ni que fuera bobo, pero piensa):
«Me salto por esta ventana antes de que este bestia me descubra. ¡Ale-hop!».
(Narrador: Mientras Jacobo, el chófer suplente, toca el timbre de la casa de Joaquina y Justo, este último salta por la ventana de la habitación de sus vecinos con la gracia de un Physeter macrocephalus; un cachalote, pues, para quienes no hicieron carrera de biólogo marino).
6:32 a. m. Jacobo (chófer novato, nervioso):
—¡Señora! ¡Está usted de parto! ¿Dónde están las llaves de su auto?
6:33 a. m. Joaquina (empieza a dilatar):
—¡Eso quisiera saber yo!, ¡Búsquese la vida y resuelva para llevarme al hospital ahora mismo!
(Narrador: Por supuesto que Joaquina pudo haber llamado a un taxi, pero no sean severos con ella: ¿saben cómo se siente estar a punto de parir un bebé negro? Ella tampoco. Por ahora).
6:33 a. m. Jack (policía, negro, como su alma y como el humor del narrador):
—Listo. Este chaquetero al maletero. Ahora, a limpiar las huellas y, en un minuto, a sepultarlo en el desierto.
6:34 a. m. Jack (policía, negro, pero ahora rojo de la furia):
—Y, ¡¿dónde coño está mi carro?!
6:35 a. m. Jacobo (chófer novato, latino, nervioso, tras el volante del carro de Jack):
—¡Señora!, por favor, explíqueles a mis jefes por qué tomé este carro, que no quiero problemas con la ley.
(Narrador: Jack se acaba de percatar de que, lo inoportuno del robo, en realidad es una oportunidad para inculpar a otro del muerto escondido en el maletero. Pobre Jacobo, ¿no les da un poco de pena por él?).
6:36 a. m. Jeremías (atención, nuevo personaje. Detective, a pocas horas de jubilarse):
—¿Por qué tuve que atender esta llamada? Estaba en mi fiesta de despedida y, al otro lado del a línea, el comandante me pide que ubique al carro que le acaban de robar.
(Narrador: Jack es su comandante, por si andan un poco desorientados con tantos nombres como yo).
6:36 a. m. Joaquina (dilantando mucho más, aguanta la cabeza del bebé para que no toque el asiento mugroso del carro del vecino):
—Problemas va a tener conmigo si no se apura, Jacobo, que mi primogénito no puede nacer en un Ford Fiesta. Qué poco glamour.
(Narrador: A la cama no le tuvo asco, pero al carro sí, ¡qué cosas tienen algunas personas!… ah, perdón, me adelanto. Sigamos con la cronología. Jacobo hunde el acelerador. De camino al hospital, los radares lanzan flashes como paparazzi. Ambos escuchan un golpe en la parte trasera del auto, pero no tienen cabeza para ocuparla con eso. Cuando llegan al hospital, ven estacionado al Maserati asalmonado de Justo).
6:46 a. m. Joaquina (aliviada, piensa que Justo, su marido, está ahí):
—¡Ah, menos mal que Justo está aquí!
(Narrador: No. Justo no está aquí. Él está escondido detrás de unos arbustos, y suda frío porque escucha su teléfono repicar desde dentro de la casa de Jack y Juana).
6:48 a. m.: Justo (acabamos de leer dónde está):
—Por favor, cuelga, cuelga. Que Jack no escuche el teléfono.
6:48 a. m. Juana (médico obstetra, esposa de Jack, no se imagina que Justo está desnudo en su jardín, pero desde luego sabe que ese hombre no está ahora mismo en el hospital):
—Venga ya, Joaquina. Suelte el teléfono y vamos a quirófano ya. Justo no está aquí. Se lo aseguro.
(Narrador: Jack entra en su habitación justo cuando el teléfono de Justo deja de sonar).
6:54 a. m. Jeremías (detective, técnicamente jubilado, salvo por estas horas extra que le tocan hacer):
—Jack, vente al hospital que hemos encontrado al ladrón… sí, por los radares de velocidad… un tal Jacobo Morales… ¿Qué revise el carro?, ¿yo?, ¿para qué?
6:54 a. m. Jack (con negras intenciones):
—Intuición policial, Jerry. Espérame que llegue. No le tomes declaración.
6:55 a. m. Jeremías (detective, casi jubilado, odia que le digan Jerry):
—Ni pensaba hacerlo. En lo que este llegue, me voy a casa con Julia.
(Narrador: Julia, en efecto, está casada con Jerry. Perdón, con Jeremías. Ella no pinta nada en este cuento, así que olvidémonos de ella, y mejor porque ya hay demasiados personajes que empiezan por la letra jota. Lo importante es que, a las siete de la mañana, en el quirófano resuena el primer llanto del neonato. Su madre descansa, no tanto desmayada de la impresión tras ver que su hijo es igualito al vecino, y encima sedada por el calmante que la médico-obstetra acaba de inyectarle. La doctora Juana alza por los tobillos a un bebé gordito, de cabellos rizados y negro como…)
7:15 a. m. …Jack (dando gritos por el hospital):
—¿¡Dónde está ese malparido que me robó el carro!?
7:15 a. m. Jacobo (esposado, sentado al lado de Jeremías, repite –sin imaginarlo– la frase proferida por Jacinto antes de ser baleado):
— Señor, espere que se lo expliq…
7:15 a. m. Juana (escucha la voz de Jack y responde):
—¡Malparido, tú! ¿Me puedes explicar cómo es que la albina acaba de parir un negrito?
7:15 a. m. Jacinto (desnudo, desangrado y desenfrenado):
—¡Hey, Jack! ¡Conque querías matarme!… ¡Muere tú!
7:15 a. m. Jeremías (harto por lo largo que va a resultarle hacer el informe una vez ate todos los cabos):
—¡Aquí nadie va a matar a nadie!
Disparo.
7:16 a. m. Jeremías:
—…a nadie más.
(Narrador: Un dolor intenso tumba a Jack. Se lleva una mano a la entrepierna, la otra al pecho y exprime las facciones de su rostro. No como Julia, cuando Jerry Jeremías le dijo que se iba a gastar toda la jubilación en una lancha… discúlpenme que traiga de nuevo a Julia al cuento, pero es que este chisme había que compartirlo. A lo que íbamos: Jack arruga la cara, no como Joaquina, cuando dio a luz; ni como Juana, cuando supo que su marido había preñado a la vecina; ni como Jacobo, cuando le dijeron que iba detenido; ni como Jeremías, cuando lo sacaron de su fiesta; ni como Jacinto, cuando recibió las balas; ni como Justo cuando recibió a Jacinto… en fin, que se infarta el hombre mientras una bala disparada por Jacinto le arranca medio testículo. No muere, pero quisiera).
***
Intermedio musical
Oh, what a beautiful morning, Oh, what a beautiful day,
I’ve got a wonderful feeling, Everything’s going my way.
***
Así suceden los hechos del día.
Cerca de las nueve de la mañana, Jeremías termina de levantar su informe y lo entrega a los agentes que vienen a hacerle el relevo. Le dicen que no se queje tanto, que se vaya a disfrutar su jubilación en su lancha, con Julia. Jacobo se persigna a su virgencita y promete irse del país tan pronto limpien su nombre. Joaquina despierta y pregunta si su bebé nació en el hospital o en el auto. No recuerda nada. Juana, la doctora le obsequia una cachetada con la promesa de que esa sí que no se le va a olvidar. Encima, la llama de puta para abajo. Es la última vez que le dirigirá la palabra. A kilómetros de distancia, Justo sigue desnudo entre dos matorrales que apenas medio tapan sus vergüenzas. Alguna viejecilla le ve el culo y sonríe. Tardará horas antes de atreverse a ir a su casa. A Jacinto lo sacan en silla de ruedas del quirófano tras una operación ambulatoria y muchas transfusiones de sangre. Con voz débil, cuenta su versión de los hechos a los agentes que lo escoltan. En otra habitación, Jack despierta con el pitido del marcapasos. Le espera un largo día y una prolongada vida tras rejas. En el retén, un recién nacido duerme con placidez sin tener la más remota idea de la clase de mundo al que acaba de llegar.
Carlos me encantó el cuento, la forma como el narrador va narrando los hechos con la hora en que sucedieron me pareció genial y original, las relaciones entre los personajes me hicieron reír. Y excelente la foto. Gracias por este cuento tan ameno.