Había una vez
...muchas maneras de echar tu cuento
0   /   100

La La Land II

Imagen original de Walt Disney Television. Usada bajo licencia CC BY-ND 2.0.
Comenzar a leer
Diez años atrás, ellos dejaron todo de lado por sus sueños. Ahora, más maduros y sin duda alguna despiertos, reflexionan sobre lo que pudo haber sido y lo que fue al calor de unos fettuccine.

Por Elio Casale
@Instagram

Si diez años después, te vuelvo a encontrar en algún lugar
No te olvides que soy distinto de aquel, pero casi igual
.
Los Rodríguez

—Señora, ¿se va a comer ese pan? ¿Me lo regala? No he comido en dos días.

—¿Seb? ¡¿Seb?! ¿Eres tú?

—…

—¿Seb? ¿Sebastian?

—Sí… sí. ¿Mia?

—¡Claro, soy yo!

—¡Qué pena que me veas así!

—Pena debería darme a mí que me veas comiendo en este restaurante de medio pelo. Siéntate, que no me gusta comer sola. Pero, ¡por Dios, qué haces en la calle! ¡Qué buena coincidencia, vernos después de tanto tiempo! ¡Mesonero, por favor tráigale un menú al señor, que va a comer conmigo, y una botella del vino de la casa!

—Gracias, Mia.

—Por favor. Es un placer verte. ¡Cuánto tiempo ya desde la última vez, Sebastian! ¿Diez años, si mal no recuerdo?

—Hmmmm sí, más o menos. ¿Me pasas la mantequilla?

—Claro, toma. ¿Qué es de tu vida? ¡Cuéntamelo todo!

—¿Mi vida? Un desastre. El club lo perdí. Y Dios sabe que le puse cariño, bastante. Tú lo llegaste a ver, ¿verdad?

—Sí. Ahí nos vimos la última vez. ¿Te acuerdas?

—¡Es verdad! Lo perdí, tuve que cerrarlo. A la gente sigue sin gustarle el jazz, Mia. Ya nadie oye eso. Es una pena. Una generación que crece sin escuchar a Coltrane, a Charlie Parker, a Miles Davis. Triste. Cambiaron a Thelonious por Bad Bunny. Una locura. Voy a pedir los fetuchini.

—Señor: el caballero va a comer los fettuccine. Se dice así, Seb: fe-ttu-cci-ne.

—Eso, eso. Los fetuchini para mí.

—Fettuccine.

—¿No fue eso lo que dije, pues?

—Y tráigale también al señor unos arancini. ¿Has probado los arancini, Seb? Son la gloria. No sabes lo buenos que son.

—Serán aranchinis, pues. Con hambre todo es bueno.

—Ajá, bueno, lo que te decía. A mí me gustaba todo eso del jazz por ti; pero confieso que no lo volví a escuchar más nunca. Me daba un poco de sueño. Es una música buena como para tener de fondo mientras lees una revista. Sí, lo sé, no me veas con esa cara, Seb. ¡Culpable!

—Ni modo, Mia. Al menos fuiste sincera en aquel entonces, y lo sigues siendo. ¿Y tú? ¿Qué ha sido de tu vida?

—Bueno, me dediqué al cine, eso ya lo sabes. Seguí yendo a castings, y poco a poco me fueron llamando. Tuve papeles, de relleno casi siempre, con poquitas líneas de diálogo, excepto un par de protagónicos en dos películas de bajo presupuesto. Tuvieron una crítica más o menos buena, pero en taquilla no les fue bien, fueron un fracaso. Igual me dio para una nominación a algún premio menor. No lo gané, pero la nominación se agradece. De plata, nunca hubo mucha. No fue esa fama que le ve uno a los grandes actores; pero bueno, el consuelo es que puedo decir que al menos llegué, ¿no? Llegué a Hollywood, lo que siempre soñé. ¿Puedes creerlo?

—Sí, siempre soñaste con eso. Menos mal que no te rendiste.

—Si no me rendí fue por ti, Seb. Tú siempre creíste en mí.

—Salud por eso. Por esa loca que jamás dejó de soñar. ¡Por Mia, la gran estrella de Hollywood!

—Querrás decir la gran estrellada. Pero bueno, salud. No te voy a dejar con la copa arriba.

—¿Estrellada? ¿Cómo es eso?

—El asunto es que ha pasado el tiempo, Seb. Esta es una carrera ingrata. Cruel. Despiadada. Y Hollywood no perdona las arrugas. En lo que me salió la primera, adiós marquesinas, adiós marido, adiós todo. Es muy duro saber que ya no luzco igual.

—Imposible. Yo te veo igual. Hasta mejor.

—Gracias por mentir. Siempre un caballero, hasta la tumba.

—No es mentira. Siempre fuiste la mujer más espectacular que haya visto en mi vida.

—Lo mismo le dirás a todas, Seb. Pero tranquilo, yo sé la verdad. El espejo no miente. Y cada vez me llaman menos a castings. Cada vez menos callbacks. Cuando lo hacen, es buscando a una actriz de carácter, que es sinónimo de “vieja” en la industria. He tenido que hacer publicidad. He tenido que hacer infomerciales. He tenido que hacer cosas que no me enorgullecen, ¿entiendes? Nunca vayas a meter “Redheaded MILF” en Pornhub, por cierto.

—Tranquila, No lo haré.

—En fin…

—Qué irónico que al final nuestros sueños nos abandonaron, ¿no?

—Por lo menos pudimos vivirlos, aunque fuera un ratico.

—Sí.

—¡Y pensar que abandonamos lo nuestro por ir tras ellos!

—¿Te imaginas cómo hubieran sido nuestras vidas si en vez de perseguir nuestros sueños… nos hubiéramos quedado juntos?

—¿Otra vez, Seb? ¿Eso no lo hicimos en la película pasada? ¡No podemos terminar todas las películas así!

—Cierto. Epa, hablando de sueños: ¡estos fetuchines! ¡Por Dios! ¡Increíbles!

Imagen original de Walt Disney Television. Usada bajo licencia CC BY-ND 2.0.

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *