Había una vez
...muchas maneras de echar tu cuento
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La hora del té

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TOC. TOOC. TOOOC. Tan rápido como pude la escondí en un cajón de la cómoda. Su pierna se atoró al tratar de cerrarlo, no podía ni respirar de la ansiedad. ¡TOOOC! Empujé la pierna y cerré el cajón con fuerza. Corrí hasta la puerta y la abrí con más esfuerzo del necesario. La Muerte entró sin decir nada. Se sentó en su lugar usual. Con la manga me limpié el sudor de la frente y me acomodé en la silla junto a mi invitada. Muerte tomó una galletita de animalitos y preguntó si ya había encontrado mi alma. Le serví el té y negué con la cabeza. Tomó el té y le sopló. El vapor se movió con dirección a la cómoda. Muerte tomó otra galletita de animalitos.

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