Inmortales

Una pareja viaja en busca de su futuro.

Llevábamos más kilómetros recorridos que años de vida. Íbamos lo más rápido que el coche nos permitía. Como tratando de romper la barrera del espacio-tiempo. Queríamos alejarnos del presente para llegar al futuro. Recorrimos lugares que no aparecían en los mapas. Pueblos abandonados, carreteras vacías y animales en libertad. Paramos en un pueblo que la naturaleza estaba recuperando. Mientras bajábamos, miré a mi pareja. Mi cabeza recorrió nuestra vida; lo bueno, lo malo, lo que nos llevó a rebelarnos contra una sociedad que negaba nuestro futuro. Él me miró y sonrió. Estiró su mano para que la tomará. Lo hice sin dudar. Caminamos y nos imaginamos el tipo de personas que llegaron a vivir en ese lugar. El silencio parecía ser un eco del pasado que recorría las calles junto a nosotros. Llegamos a una casa destrozada por la raíz de un árbol gigante a su lado. Me acerqué al árbol para tocar su tronco. Bajo su sombra, la brisa era fresca y el silencio palpable. Cerré los ojos y dejé caer las lágrimas que llevaba días escondiendo. Él llegó y me abrazó con fuerza. Su cuerpo era un costal de arena que me mantenía firme en la Tierra. Me besó la mejilla y sacó una navaja de su pantalón. En el tronco escribió nuestros nombres. Inmortales, dijo mientras me acercaba. Toqué cada letra, pensando que esto significaba que nadie podía eliminar nuestra existencia. Inmortales repetí con una sonrisa.