Había una vez
...muchas maneras de echar tu cuento
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Las 4 paredes

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Por Andreina Febres-Cordero
@andrefebres

 

La cuarta

Primavera, 2031. Walter tiene 21 años y acaba de ser contratado como Analista Junior de Datos para una empresa especializada en e-commerce. La entrevista virtual fue todo un éxito. Es su primer trabajo formal y en pocos días recibirá un laptop corporativo.

Como parte de los beneficios cubrirán el costo de su factura de Internet, acaba de comprar una buena silla para el escritorio de su cuarto. Está pensando en los arreglos para mejorar el ángulo de su habitación que mostrará en la videollamada obligatoria del team meeting diario.

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Para Walter el hecho de que existía gente que calentaba pescado en el microondas de la oficina siempre será un mito urbano.

 

La tercera

Walter tiene 18 años y acaba de ser aceptado para estudiar Estadística en una reconocida institución. Ya recibió las normas de comportamiento digital en el aula virtual y el protocolo de e-asistencia.

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Walter siempre pensó que su papá exageraba cuando le decía que en su época de universidad había profesores que fumaban dentro del salón de clases y que eran grupos de 50 alumnos en promedio.

 

La segunda

Año 2027. Walter acaba de terminar la secundaria. La video conferencia para defender su trabajo de grado terminó. Minutos después recibiría un mail felicitándolo por haber culminado sus estudios con todo el procedimiento para registrar su título.

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Walter recordó que los del grupo que iba un año académico por delante sí llegaron a tener un locker asignado. A él no le tocó.

 

La primera

Marzo 12, 2020. Walter estaba por cumplir 11 años. Ese jueves fue la última vez que asistió de manera presencial al colegio. No regresaría en abril, ni en mayo, ni en junio. El siguiente año escolar lo cursaría en línea.

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Ese viernes 13 puso en duda la mala suerte, después de todo no podía ser tan malo quedarse en casa y conectarse desde su cuarto.

3 Comments

  1. La historia es pequeña en extensión, pero grande en sentimientos, y solo un talento como el de Andreina es capaz de decir tanto con tan pocas palabras.

    Un lujo de cuento escrito por un lujo de persona.

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